Múltiples investigaciones alrededor del mundo han mostrado la capacidad de los plasmas fríos para mejorar los cultivos y hasta eliminar los plaguicidas de los campos. Se trata de técnicas útiles para desinfectar semillas, mejorar la germinación, propulsar el crecimiento de las plantas y recuperar suelos dañados.
Estas aplicaciones también se han investigado en Costa Rica, mediante el Laboratorio de Plasmas para Energía de Fusión y Aplicaciones del Tecnológico de Costa Rica [2](TEC), que busca poner estos conocimientos al alcance de los agricultores y la industria costarricenses.
“Cuando generamos plasma a la vez estamos creando varios subproductos que se dan por la interacción en el medio en el que está el plasma. En el caso que nos interesa, estaríamos creando lo que se conoce como especies reactivas de oxígeno y de nitrógeno, que es lo que más aprovechamos en la parte de agricultura. También generamos campos eléctricos, campos magnéticos, calor, luz ultravioleta, especies químicas... Y eso es lo que aprovechamos para hacer diferentes cosas“, explica la máster Laura Barillas, especialista del Laboratorio de Plasmas.
El plasma, que es el cuarto estado de la materia, se puede dividir en dos categorías: los plasmas calientes o térmicos, con temperaturas superiores a los 1.000 grados celsius; y los plasmas fríos o no térmicos, con temperaturas inferiores a los 100º –incluso a temperatura ambiente– y que tienen aplicaciones en la vida cotidiana, como iluminación y televisores.
En el TEC, se investiga el uso del plasma para generar electricidad, aplicaciones médicas y muchas posibilidades más.
Para la aplicación de plasma en agricultura se usan los plasmas fríos, en procesos como irradiar semillas para eliminar hongos y otros patógenos; o en la creación de agua activada, para aplicar en cultivos y curar suelos.
Estos procesos, apunta Barillas, pueden ser comparados con la agricultura orgánica, pues no dejan rastros en las frutas o verduras cosechadas y son totalmente inofensivos para la salud humana.