Fernanda Martínez, economista egresada de la UNAM, lo explicó con una frase precisa: “El mejor indicio de que nuestra economía entró en una etapa de estabilidad es que puedes volver a hacer planes de mediano plazo”.  Parece poca cosa, pero no para los habitantes del país que desencadenó la crisis financiera global llamada Efecto Tequila, la cual provocó el derrumbe de las bolsas de valores más importantes del mundo a mediados de los años 90 y dio paso a una inestabilidad regional devastadora en la década siguiente.

 

Los primeros signos de esa estabilidad fueron evidenciados por el Fondo Monetario Internacional (FMI).  Al dar a conocer su más reciente Índice de Desarrollo Inclusivo, el organismo ubicó a la economía mexicana entre las diez más sanas, de entre un total de 103 naciones.

 

Su nivel de desarrollo, según el FMI, estuvo por debajo del de naciones más pequeñas como Panamá –que encabeza la lista latinoamericana- Uruguay, Chile, Costa Rica, Perú, Paraguay y República Dominicana, pero México tiene una economía tan grande que es capaz de estremecer al sistema económico global, por ello su mejoría es síntoma de alivio para la comunidad internacional.

 

Entre los países de la región, Panamá es la economía más sana con un índice ubicado en 4.54 por ciento, además de que mostró el mayor crecimiento medio.  Costa Rica y Perú, ubicados también como dos de las economías más sólidas de la región, presentaron reducción de sus ingresos netos y de las condiciones sanitarias de su población.

 

Antes de entregar el poder, el expresidente mexicano Enrique Peña Nieto habló de los elementos que, desde su perspectiva, constituyen la evidencia de salud en la economía mexicana: “Son pocas las economías del mundo que tienen estos cuatro signos vitales en orden y en niveles adecuados.  La economía mexicana está sana y cada vez es más fuerte”, dijo.

Medidas

¿Cómo logró alcanzar esta situación menos de dos décadas después de la catástrofe derivada del Efecto Tequila?

 

Los especialistas hablan de disciplina.  Cuando le preguntaron al presidente de su Bolsa de Valores, Jaime Ruiz Sacristán, dijo: “Lo importante en un país es que tenga en su economía fundamentos sólidos y que eso le permita transitar la volatilidad”.

 

En su análisis sobre la circunstancia económica del país, “Una nota sobre el crecimiento de México”, el catedrático de la Universidad de Columbia, Alain Ize, hizo un señalamiento sobre las piezas que esta nación trata de hacer encajar para alcanzar un crecimiento duradero: “Elevar el dinamismo de las exportaciones sin exacerbar fricciones proteccionistas, requeriría una mayor orientación hacia productos novedosos o con demandas más elásticas.  Esto implicaría un salto hacia la economía del conocimiento, una mayor exportación de servicios personales y un México más atractivo para las personas”.

 

“Hablamos de una economía sana”, dijo al respecto la economista Martínez, “porque logra mejorar los estándares promedio de la población en general, y porque logra también proyectarse sosteniblemente hacia el futuro”.

 

En un país con desigualdad social tan marcada, los signos de la economía sana son fundamentales para entender no solo crecimiento sino también repartición equitativa de la riqueza, dijo.

 

Dos de las primeras medidas que ha tomado el nuevo gobierno, tras recibir un país con la economía equilibrada, han sido bien recibidas por la comunidad internacional: combatir la profunda corrupción que ataca a prácticamente todas las áreas de la vida pública nacional y trabajar en la recuperación del nivel de vida de las clases sociales más afectadas, con el aumento histórico a los salarios base, del orden del 17 por ciento.

 

Además, cuando el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador abrió una lucha frontal contra el saqueo de combustibles en la empresa Petróleos Mexicanos, el Director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI dijo: “creemos que es obviamente el objetivo adecuado, el hacerlo con fuerza y de manera decidida es un tema importante porque es de corrupción y Estado de Derecho y de generar incentivos correctos a la inversión, tanto privada como pública”.

 

Según el consultor Iván Franco, la presentación del plan económico anual del nuevo gobierno ha sido fundamental para que la confianza internacional respecto del futuro inmediato de México se extienda.

 

“Es notorio e interesante el esfuerzo de reorientar los principios de austeridad y finanzas sanas que se pregonaron en las campañas”.

 

En un análisis difundido por la publicación especializada Expansión, Franco considera medular que el gobierno reoriente su gasto en áreas como el campo: “El plan de subsidios que se comprometió forzaría a las dependencias a realizar ajustes importantes en su gasto para programas prioritarios, en una reingeniería que es indudablemente positiva”.

 

Mayor inversión en infraestructura

Otra de las apuestas es la inversión en infraestructura: hasta el 2017, México era el país de América Latina que menos invertía en infraestructura de carretera, ferroviaria y portuaria, con registro de apenas 1.7 por ciento anual.

 

A partir de las recomendaciones de su equipo, el gobierno mexicano ha desarrollado planes carreteros y portuarios que se llevarán a cabo a lo largo de los siguientes cuatro años, con inversiones estatales y privadas multimillonarias.

 

De acuerdo con los programas de Desarrollo de Zonas Económicas, México deberá invertir alrededor de 7800 millones de dólares en los próximos veinte años en proyectos de infraestructura.

 

Además de los proyectos portuarios, el nuevo gobierno plantea tres obras de gran envergadura: una nueva refinería en la región del Golfo de México, un tren que unirá los principales puntos de la Riviera Maya y la Península de Yucatán y el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, en la zona de Santa Lucía.

 

“El consumo privado seguirá siendo el gran motor de crecimiento de la economía mexicana, aunque una reorientación del gasto público puede tener impactos mayores a los esperados, si estos se ejecutan con eficacia y con amplitud suficiente”, estimó el especialista.

 

De acuerdo con el Balance Preliminar de las Economías de América Latina, elaborado por la CEPAL, la economía mexicana crecerá levemente, aunque sus exportaciones se habrán disparado, pese al “escenario complejo” de la economía global.

 

“Es un buen momento para hacer planes”, coincide Martínez.  Los signos más consistentes establecen que México podría mantener un ritmo de crecimiento sostenido por lo menos durante los próximos cinco años.

 

“En la última Encuesta sobre las Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado, que hace el Banco de México, el crecimiento en la próxima década será de 2.54 por ciento.

 

“Si esto dice algo, esto es aún más claro: entre 2019 y 2028, México presenta un panorama de estabilidad similar al actual, lo que te permite, con mucho menos resistencia, prever que las cosas irán funcionando mucho mejor”, dijo.