Los cambios demográficos suscitados en los últimos tiempos, pusieron al mundo de cabeza.

¡Efectivamente! Pusieron a economistas, demógrafos, arquitectos, políticos, médicos, casas de estudio superior a pensar en lo que realmente estaba ocurriendo.

Cada vez seremos más los viejos en un mundo en el que muchísimas veces se invisibiliza a la persona adulta mayor, e incluso se le segrega, por tener tantos años a cuestas.

Como si los años los limitaran para recrearse, para pensar, en fin para satisfacer sus necesidades.

De ahí que, previendo lo anterior, diversas entidades han trabajado conjuntamente por desmitificar la figura del anciano (con todos los epítetos que se utilicen) y ubicarlo en el lugar que le corresponde.

Hoy día, son diversos los espacios que propician la comunicación intergeneracional, que enaltecen a la persona adulta mayor tal y como ocurre en Oriente, donde quien tiene una persona “mayor” tiene una verdadera joya, un tesoro resguardado de conocimiento y experiencia al que debe venerarse.

Justamente, en esa visión de cambio, las universidades públicas y el país en general, desde 1999, cuando se aprueba en el país la Ley Integral para la Persona Adulta Mayor No.7935, la cual tiene como objetivo velar por los derechos de las personas adultas mayores y promover una respuesta oportuna a sus necesidades y demandas, comienza a generar importantes modificaciones en su accionar.

Por lo que, a partir de esa ley se crea el Consejo Nacional de la Persona Adulta Mayor (CONAPAM) que diseña la Política Nacional de Envejecimiento y Vejez (2011-2021) con el objetivo de estimular el desarrollo de las personas adultas mayores.

Sin embargo, los especialistas concuerdan en que aún existen grandes desafíos a nivel país, uno de ellos es derribar los imaginarios sociales con respecto al tema del envejecimiento.

 

Un esfuerzo conjunto

A partir de esa visión que comenzó a darse como país, las universidades públicas comenzaron a articular una serie de iniciativas que permitieran empoderar a las personas adultas mayores (PAM) dentro de sus programas.

En criterio de la Dra. Maureen Mora, gerontóloga, del programa “Póngale vida a los años” quien colabora con esta iniciativa del Tecnológico de Costa Rica (TEC), ha sido una gran apertura para la población Adulta Mayor que las universidades buscaran los mecanismos y herramientas para que ellos se empoderaran con cursos, etc.

Las personas adultas mayores que participan en las actividades universitarias no solamente se han empoderado, sino que recibir educación para el envejecimiento les ha permitido "aprender a envejecer" la parte social y psicológica se fortalece mucho en el Adulto Mayor.  Al interactuar no solamente entre ellos mismos, sino con generaciones más jóvenes, mejora su calidad de vida, añade la especialista, quien lleva años en el abordaje de estas temáticas.

Como país nos falta mucho camino

Sin embargo, es un porcentaje muy reducido de las Personas Adultas Mayores (PAM) del país las que asisten a programas universitarios, ya que la mayoría se enfocan en trabajar en el Área Metropolitana.

Mora considera que aún nos falta mucho camino por recorrer, entre ellas ocupamos que el país oriente más políticas públicas a favor de las PAM, lo que permitiría reorientar mucho mejor este tipo de iniciativas hacia la persona adulta mayor.

Asimismo, coordinar con el Ministerio de Educación Pública (MEP) programas educativos, desde edades tempranas, primaria, secundaria con el fin de tematizar la educación para el envejecimiento desde la población joven, indica Mora.

“Otra medida que necesitamos es fortalecer política y económicamente al CONAPAM con el fin de mejorar programas y también integrar a las personas adultas mayores en todos los sectores de la población”, menciona.

Para la especialista, seguimos viendo a esta población con etiquetas, precisamente por la falta de educación de la población hacia la figura de un ser humano “envejecido” y al proceso de envejecimiento propiamente dicho.

Si bien ha mejorado el rol de la gerontología en las últimas dos décadas, desde un enfoque gerontológico puro no, indica la Dra. Mora.

El motivo es que la gerontología se estudia únicamente como maestría.  Si se lograra abrir la carrera desde niveles académicos menores, (técnicos, diplomados....) habría mayor población formándose e integrada para la atención de las PAM, indica ella.

“La mayoría de las instituciones públicas y privadas realizan programas y planes para las PAM pero desde enfoques administrativos, psicológicos, legales... pero muy pocas instituciones cuentan con profesionales en gerontología”, indica la Dra. Maureen Mora, gerontóloga quien colabora en el programa “Póngale vida a los años” que desarrolla el TEC.

El motivo es que la gerontología se estudia únicamente como maestría.  Si se lograra abrir la carrera desde niveles académicos menores, (técnicos, diplomados....) habría mayor población formándose e integrada para la atención de las PAM, indica ella.

De ahí que considera que las universidades podrían contribuir mucho a lograr un cambio en cómo se visualiza todo el tema del envejecimiento.

Por lo que uno de ellos sería incluir precisamente en su currículum las Ciencias del envejecimiento; ampliando programas para las PAM fuera del Área Metropolitana y apoyando a la zona azul de Nicoya para conservarla y extenderla a todo el país.

Pero también, educar a la población por medio de cursos y hasta niveles técnicos en gerontología.

Avances, pero a cuenta gotas

Por su parte la Licda. Martha Rodríguez Villalobos, coordinadora de la SubComisión PAM Conare (entidad que agrupa a todas las universidades públicas con programas para la persona adulta mayor), el país ha dado pasos importantes en el tema de la población mayor.

El hecho de contar con una Ley Integral para la Persona Adulta Mayor Año, la Política Nacional de Envejecimiento y Vejez del año 2011, la Carta de San José de Año 2012, así como la Convención Interamericana sobre la protección de los derechos humanos de las personas mayores Ley 9394 Año 2016, es importante.

Desde las Universidades estatales y desde la Subcomisión de la Persona Adulta Mayor de Conare, se ha trabajado mucho en los siguientes temas, por mencionar algunos:

  • Empoderamiento de la población adulta mayor
  • Promoción de un envejecimiento activo y saludable
  • La intergeneracionalidad
  • Prevención del maltrato, abuso, marginación y negligencia contra las PAM
  • Impulso al tema del acceso a la tecnología, con el fin de reducir la brecha tecnológica

No obstante, considera que nos encontramos con muchos retos, uno de ellos es el mal trato que se da en los buses a las Personas Adultas Mayores, o bien que se les niega el servicio, incluso se les agrede.  Asimismo, la dificultad existente para acceder a créditos, por ejemplo de vivienda.  Las escasas posibilidades de empleo, sumado a la necesidad de obtener ingresos para subsistir, son parte de lo que debemos mejorar como país para avanzar significativamente en este tema.

Una dura realidad, en la vejez

La pobreza de las personas adultas mayores que viven de una pensión y tienen que alquilar vivienda, pagar alimentación, agua, electricidad, gastos personales, y viven de la venta de productos de revistas o venta de pan casero, es parte del diario vivir de muchos adultos mayores.

Por lo que es necesario mejorar la atención de las PAM en lo relacionado con las enfermedades degenerativas.  Esto significa la necesidad de trabajar desde la prevención de la enfermedad y la promoción de la salud.

Además de innovar para dar respuesta a las necesidades de una población que cambia constantemente.

“En mi criterio nos falta mucho camino por recorrer.  Es necesario sensibilizar a las personas acerca de la importancia de prepararse para una vejez digna, saludable y feliz, con el fin de tener una mejor calidad de vida, a medida que se envejece”, menciona la coordinadora de la Sub Comisión PAM Conare.

Similar criterio tiene el conferencista español y también adulto mayor Francisco Javier González, para quien es necesario realizar esfuerzos por destruir esos mitos que existen a un nivel interdisciplinar, actualizando nuestra percepción sobre la realidad del proceso de envejecer y descartando como anticuados y falsos los estereotipos que pretenden distinguir a los mayores como un grupo humano separado y quizá debemos hacerlo con la misma intensidad con que hemos luchado contra el sexismo y el racismo.

De ahí que las metáforas culturales y el lenguaje de las categorías, conceptos y estereotipos que sustentan el rechazo a la vejez, merecen toda nuestra atención en la gerontología educacional, anota.