Trabajos finales de graduación

Instituciones desaprovechan aportes de estudiantes de Arquitectura del TEC

Proyectos responden a necesidades concretas, pero se enfrentan a la falta de recursos o de voluntad política.

22 de Julio 2020 Por: Fernando Montero Bolaños
Nuevo edificio de la Municipalidad de Limón

La Municipalidad de Limón es una de las pocas instituciones que ha aprovechado el aporte de los trabajos finales de graduación de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo del TEC. Foto tomada de nacion.com

Mientras hoy se habla de la urgente necesidad de estaciones de transporte intermodales para agilizar el traslado de personas entre una ciudad y otra, en la Escuela de Arquitectura y Urbanismo del Tecnológico de Costa Rica hay, al menos, 6 trabajos finales de graduación relacionados con el tema esperando transformarse en realidad.

Lo mismo sucede con otras propuestas de alto impacto social, como el desarrollo de centros culturales y deportivos en zonas de alta vulnerabilidad, la construcción de escuelas, clínicas, mercados y viviendas alternativas para distintos sectores de la población, la revitalización de edificaciones históricas y la regeneración de barrios y cascos urbanos, entre muchas otras.

Autoridades, docentes e investigadores consultados coinciden en conocer solo 2 trabajos finales de graduación que se han convertido en obras concretas. Uno de ellos es el Anteproyecto del Plan Maestro del Parque de Desarrollo Humano de Alajuelita de la estudiante Diana Quirós y el otro es el nuevo edificio de la Municipalidad de Limón del estudiante Osman Herrera.

Sin embargo, Jeannette Alvarado, directora de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo, y Roy Quesada, coordinador de la Comisión de Trabajos Finales de Graduación, aseguran que “hay otra gran cantidad de proyectos que se han realizado vinculados a la extensión que se gestan desde cursos del Plan de Estudios”.

Como ejemplos mencionaron la Clínica para la Atención Integral del Adulto Mayor del cantón de Paraíso, en Cartago, el Centro de Atención Integral para la Comunidad del cantón de Aserrí, en San José, y el Parque de Desarrollo Humano de Cariari, en Pococí de Limón. Estas 3 experiencias surgieron de cursos de la carrera y ya realizaron su Defensa Pública. A diferencia de otros trabajos finales de graduación, estos proyectos fueron coordinados, desde su inicio, con las entidades interesadas y responsables de ejecutar las obras.

No obstante, la mayoría de los 267 trabajos finales de graduación que contabiliza la Escuela de Arquitectura y Urbanismo no pasaron de ser un ejercicio académico, a pesar de que muchos de ellos responden a necesidades específicas del país y están elaborados con sumo detalle.

Uno de esos trabajos es el que presentó Óscar Gutiérrez en el año 2015 que pretendía generar una escuela pública especial e integral en la que los niños con discapacidad cognitiva pudieran aprender en un módulo de aula con todas las características físico-espaciales necesarias en conjunto con los niños que no presentaban una discapacidad, en vez de enviarlos a un aula aparte por su condición diferente.

“Se debe educar a la población desde la infancia en el tema de la inclusión, inculcar principios de tolerancia y respeto hacia las personas con discapacidad y enseñar a los niños a convivir, día a día, con esta población, ya que merecen las mismas oportunidades que los demás. Es una población a la que se le debe respetar sus derechos individuales y colectivos, como miembros de la sociedad”, enfatizó Gutiérrez.

Este arquitecto considera que el factor económico fue el principal obstáculo para que su trabajo final de graduación lograra traducirse en una obra concreta. “La mayoría de escuelas públicas a nivel nacional no posee el presupuesto suficiente para un proyecto de este tipo que implica la modificación de la infraestructura actual para abrir los nuevos espacios que requiere la educación inclusiva”, puntualizó.

Otro de los trabajos finales de graduación que no llegó a concretarse es la estación de transporte intermodal para el cantón de Parrita que presentó la estudiante Marcia Briceño en el año 2006. La arquitecta asegura que la infraestructura existente no brinda seguridad a los usuarios y no permite un intercambio de medios de transporte sin que haya cruce de unos con otros, a veces hasta de manera peligrosa.

Briceño cree que su proyecto no logró convertirse en realidad porque excede la capacidad presupuestaria del gobierno local. “Además, el trabajo incluía una propuesta de reorganización vial que significaba la participación de la Municipalidad en una campaña de educación y del Ministerio de Obras Públicas y Transportes. Al final, aunque fuera algo bueno para el cantón no ha sido del interés para ninguna de esas dos instituciones”, precisó.

Alvarado y Quesada explican que los trabajos finales de graduación son ejercicios académicos que se vinculan con una problemática, necesidad u oportunidad real del país y se enfocan en generar soluciones con sistemas arquitectónicos que contribuyan a un desarrollo local adecuado y pertinente, donde es considerado el usuario, el contexto y la situación socioeconómica, entre otros criterios.

“Es comprensible que no todos los proyectos se puedan realizar o sean realizables por factores económicos o de organización. Además, la coordinación con el aparato estatal suele ser muy compleja y hay que dedicarle mucho tiempo. Por otro lado, debe recordarse que los proyectos son desarrollados por estudiantes a nivel de anteproyecto y que aún no son profesionales en arquitectura, aunque les asiste el derecho de autoría”, señalaron.

Para Rosa Elena Malavassi, docente e investigadora de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo, “es desmotivante saber que muchos buenos proyectos quedarán guardados”. Ella considera que los proyectos relacionados con municipalidades terminan siendo afectados por decisiones políticas, a pesar de haber sido debidamente coordinados con personas que tienen puestos técnicos.

En este sentido, Karolina Víctor, estudiante que recientemente presentó su Defensa Pública, está cruzando los dedos para que la Municipalidad de Tibás acoja su trabajo final de graduación que consiste en la creación del Centro de Desarrollo Cultural de León XIII. Según explica, el proyecto responde a necesidades educativas y culturales específicas de la zona. “A nivel urbano el proyecto ofrece al distrito múltiples espacios que engloban diversas actividades recreativas y culturales buscando una transformación social que mejore la calidad de vida de sus habitantes”, agregó.

Ilustración de lo que sería el Centro de Desarrollo Cultural de León XIII
Así se vería el Centro de Desarrollo Cultural de León XIII de acuerdo con la propuesta de Karolina Victor.
Imagen cortesía de Karolina Víctor.

Víctor es consciente de que su proyecto es de gran magnitud, por lo que requiere no solo la participación municipal, sino también del sector privado, de organizaciones sin fines de lucro y, sobre todo, de la misma población beneficiada. “En este sentido, más que por las instituciones interesadas, me gustaría ver el proyecto realizado involucrando a gran parte de la comunidad, para que la población forme parte del proceso y se genere apropiación y cohesión social con el proyecto”, recalcó.

Tomás Martínez, presidente ejecutivo del Instituto Nacional de Vivienda y Urbanismo, es docente e investigador de esta Escuela. Él señala que la mayoría de trabajos finales de graduación no se realizan porque el estudiante no logra el vínculo adecuado con el enlace de la institución interesada y no le da continuidad al proyecto.

Por su parte, David Porras, docente e investigador de esta misma Escuela, apunta que estos trabajos se conciben como un proceso académico y que, para llegar a realizarlos, se requiere de un compromiso adicional y de recursos con los que no se dispone en la mayoría de los casos. Adicionalmente, menciona algunas deficiencias de las propuestas, como no identificar claramente al usuario e insuficiente información a nivel de estudios técnicos.

Los que trascendieron los planos

Ilustración de lo que será un anfiteatro en una ladera del Parque de Desarrollo Humano de Alajuelita
Diana Quirós visualizó en su proyecto la conversión de las actuales laderas en sitios para el esparcimiento. Imagen cortesía de Diana Quirós.

El trabajo final de graduación de la estudiante Diana Quirós es uno de los que sí logró ver su concreción gracias a que, desde su inicio, se enmarcó dentro de un proyecto interinstitucional originado desde la Presidencia de la República. Se trata del Anteproyecto del Plan Maestro del Parque de Desarrollo Humano de Alajuelita, que ya cuenta con su primera fase de construcción.

De acuerdo con Quirós, el Parque busca abrir espacios de esparcimiento, sana recreación y deporte en las comunidades más vulnerables de la zona. Además, procura dotar de herramientas a los habitantes para mejorar sus condiciones económicas. “La mancha urbana ejerce fuerte presión para seguir expandiéndose hacia las montañas del sector sur del Valle Central. En este sentido el Parque representaría un pulmón que protegería un área importante dentro del sector”, destacó.

Quirós considera que su proyecto se tradujo en realidad por el interés interinstitucional para ejecutarlo, así como por su viabilidad social, económica y ambiental. La arquitecta explica que el Ministerio de Cultura y Juventud, el Despacho de la Primera Dama y la Municipalidad de Alajuelita solicitaron el apoyo del Tecnológico de Costa Rica para la ejecución del proyecto. Fue ahí cuando surgió la necesidad de elaborar un plan maestro para ordenar el Parque y generar una forma de abordarlo, labor que se convirtió en su trabajo final de graduación.

Osman Herrera es otro de los pocos egresados de Arquitectura y Urbanismo que han logrado ver sus planos convertirse en realidad. Él elaboró el diseño del nuevo edificio de la Municipalidad de Limón en el año 2012 como trabajo final de graduación. Las obras comenzaron en el 2016 y el inmueble de 5 pisos se inauguró en agosto del 2017.

Se trata de un edificio contemporáneo de 3600 metros cuadrados de construcción inspirado en la arquitectura victoriana-caribeña típica de la región, con techos altos y sistemas de ventilación cruzada para proporcionar mayor sensación de frescura. “El problema de Limón no solo es el calor, sino también la humedad. La única opción de alivianar el efecto de bochorno era por medio del viento y, como ahí el viento corre a un promedio de 4 a 6 kilómetros por hora, el diseño debía aprovechar esa condición”, detalló Herrera.

En este caso, Herrera donó su propuesta a la Municipalidad de Limón una vez realizada su Defensa Pública. No obstante, tuvieron que pasar varios años para que el ayuntamiento decidiera ejecutarla por medio de una firma de arquitectos consolidada, tal y como lo exige la edificación de este tipo de obra pública. Para ello, echó mano de recursos provenientes del frustrado proyecto Limón Ciudad Puerto y del presupuesto municipal.

Castillos en la tierra

De acuerdo con Alvarado y Quesada para que más proyectos finales de graduación se desarrollen por las instituciones interesadas deben darse más convenios institucionales y alianzas entre el sector público y privado. También mencionan un fuerte apoyo a la extensión e investigación.

“Es importante la vinculación de la academia con la sociedad y con la realidad local y global, así como con proyectos país. Nuestros graduados pueden insertarse en la dinámica de la nación y hacer sus aportes. Indudablemente, un mayor número de proyectos finales de graduación llevados a la realidad posicionaría a la Escuela de Arquitectura y Urbanismo en un lugar de prestigio y se evidenciaría en procesos de reacreditación, en la contribución al desarrollo de la ciudad y en la arquitectura del país como respuesta a problemáticas determinadas”, reconocieron ambos.

A continuación, se destacan algunas recomendaciones que brindaron los profesionales consultados para que los proyectos finales de graduación trasciendan el ejercicio académico y se transformen en realidad:

“Apegarse a la realidad económica, institucional y operativa del cliente. Complementar el componente urbano y arquitectónico con factibilidad económica y administrativa.”

Tomás Martínez, presidente ejecutivo del Instituto Nacional de Vivienda y Urbanismo.

“A pesar de existir tantas cosas que resolver a nivel de arquitectura y urbanismo en el país, me parece que la clave está en buscar necesidades actuales de instituciones, públicas o privadas, para proponerles algo innovador que se ajuste a sus posibilidades. La oficina de extensión es una gran ventaja con la que cuentan los estudiantes para el contacto con este tipo de proyectos.”

Diana Quirós, arquitecta egresada del Tecnológico de Costa Rica.

“Pensando en las municipalidades, creo que los funcionarios que toman las decisiones desde puestos políticos deben estar involucrados desde el inicio. Otro aspecto es que, al formular el tema, el estudiante reciba la orientación adecuada para definir un proyecto que, efectivamente, responda a las necesidades de una institución. Es decir, que sea capaz de identificar un problema real.”

Rosa Elena Malavassi, docente e investigadora de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo.

“Que la institución, comunidad, empresa, persona o cliente determinado para el que se genera la propuesta se comprometa a conseguir los medios necesarios y el apoyo económico requerido para hacer de un planteamiento arquitectónico una realidad. Además, que el proyecto favorezca y beneficie a la comunidad en general.”

Óscar Gutiérrez, arquitecto egresado del Tecnológico de Costa Rica.

“Pienso que los proyectos deberían ser canalizados a partir de las necesidades que planteen las instituciones públicas, organizaciones no gubernamentales, municipalidades, las propias comunidades, asociaciones de vecinos, etcétera; de modo que se tenga un usuario real que justifique su realización. Se deberían firmar convenios o cartas de compromiso que aseguren el alcance y seguimiento de las propuestas, con miras a establecer un proceso de construcción conjunta, con posibilidad de lograr un impacto en el tiempo. Además, para la Escuela de Arquitectura y Urbanismo es importante contar con procesos de investigación o extensión previamente articulados, pues el período de tiempo del trabajo final de graduación es corto, lo cual también dificulta la generación de insumos para culminar con el desarrollo de los proyectos.”

David Porras, docente e investigador de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo.

“Por más deseos que uno tenga y por más empeño que ponga en realizarlo, la realidad es otra. Vivimos en un mundo donde los nexos políticos para casos así pueden más que un proyecto importante y bien planteado. Quizás se podrían proponer proyectos que no requieran de una cooperación interinstitucional y que su ejecución (en caso de concretarse) sea de corto plazo, sin que requiera de un alto contenido presupuestario. Asimismo, creo que la Escuela de Arquitectura también debe ser parte en la divulgación de los proyectos de graduación y ver la manera de respaldar a los estudiantes y acuerparlos en caso de que estos decidan hacer una propuesta que tenga repercusión a nivel urbano o de interés para una localidad o grupo específico, porque también la universidad tendría mayor visualización académica si los proyectos de sus estudiantes se ejecutan.”

Marcia Briceño, arquitecta egresada del Tecnológico de Costa Rica.

“Para que otros proyectos como el de mi propuesta, que pretenden generar un impacto real en la calidad de vida de las personas, se conviertan en realidad, se necesita que la universidad establezca enlaces reales con diferentes instituciones, tanto públicas como privadas, que permitan agilizar trámites, traspasar información y habilitar recursos con el fin de facilitar el trabajo colaborativo entre diseñador-público-privado-comunidad que garantice el éxito de este tipo de proyectos de impacto social. También es indispensable un compromiso político que garantice la continuación del proyecto a través de los años.”

Karolina Víctor, estudiante egresada de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo.
Escuela de Arquitectura y Urbanismo, Trabajos finales de graduación