“La biotecnología es un sector estratégico para impulsar un nuevo crecimiento sostenible, para conseguir una verdadera salud de vanguardia y para luchar contra esa nueva pandemia que tenemos por delante que es el cambio climático“, comentó Ana Polanco, quien brindó la charla inaugural en videoconferencia desde España.

Polanco es presidenta de la Asociación Española de Bioempresas (AseBio), por lo que enfocó su exposición al crecimiento de las empresas de biotecnología en el país ibérico, donde el sector está principalmente formado por pymes y micropymes: según la panelista hay 862 empresas exclusivamente biotecnológicas, la mayor parte ubicadas en Cataluña, Madrid y Andalucía.

Según Polanco, en España el sector de biotecnología representa el 0.9% del Producto Interno Bruto (€10.300 millones) y genera el 0,7% del empleo (122.000 puestos), datos que han crecido y continuarán creciendo por el papel relevante que jugó este sector en la respuesta a la pandemia de covid-19.

Otro factor que apunta al continúo desarrollo de la biotecnología, adujo Polanco, son las necesidades globales de lo que llamó “transición verde”, con soluciones para una economía circular, bioproductos y cultivos resilientes, entre otras.     

En el panel “Gestión y valorización de la biodiversidad”, Randall García, director del Instituto Nacional de Biodiversidad (INBio), presentó un panorama nacional en el que se aprovecha muy poco la enorme biodiversidad y oportunidades de desarrollo científico del país.

El experto citó la comparación entre países que son potencias mundiales en biotecnología, como Corea del Sur que posee unas 3.500 especies animales y vegetales, o España, que ronda 42.000; y Costa Rica, que se ha calculado que tiene alrededor de medio millón de especies.

“Lo que debemos encontrar es cómo, como sociedad, nos damos cuenta que eso que lo vemos en números, que es el gran número de especies y de plantas útiles, realmente lo podemos monetizar, lo podemos aprovechar”, comentó García.

En Costa Rica hay, al menos, 500 plantas que son comestibles, y muy pocas de ellas se aprovechan para alimentación humana, según señaló el director de INBio.

Mientras que Gabriela Couto, moderadora del panel, acotó que es importante crear los mecanismos que permitan desarrollar asociaciones con la industria para generar valor agregado y beneficios para las personas, sin propiciar una lógica extractivista que afecte la biodiversidad del país.

Uno de los foros de mayor interés fue el que analizó las oportunidades alrededor del cannabis, justo un día después de que el Gobierno anunció la firma del reglamento para cáñamo industrial y que sacaría a consulta la norma para el uso de la marihuana con fines medicinales y terapéuticos.

“Es un gran negocio a nivel mundial, se habla de $60 mil millones de potencial, pero tenemos que ver qué tanto podría aprovechar Costa Rica de esto, y si hay condiciones para crear la industria. Lo importante es que se hagan las cosas bien desde el inicio”, comentó Rodrigo Kohlmann, quien expuso por parte de la Promotora de Comercio Exterior de Costa Rica (Procomer).

Mientras que la abogada Karla Corrales explicó el camino que se ha tomado para constatar que se puede hacer investigación científica alrededor del tema del cannabis. Sin embargo, más allá de que no existe ley que explícitamente impida la investigación, existen numerosos vacíos sobre importación de semillas, traslado y almacenamiento de plantas o aplicación en estudios clínicos, entre otros temas.

“Esta nueva ley nos viene a ayudar dándonos una gran luz en sentido de que en temas de investigación, científica o médica, el cannabis psicoactivo sí está permitido para estos temas, y viene a aclarar cómo lo podemos hacer”, argumentó Corrales.

Por su parte, Fernando Vargas, del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), dijo que el reglamento establece que la solicitud para cultivar cáñamo es un trámite sencillo y que debe facilitar a los productores iniciar labores. Además, que tienen una guía para el proceso y ponen a disposición el correo consultascanamo@mag.go.cr.

“Tenemos una nueva actividad productiva que no la teníamos en el país. Era un ámbito ilegal y ahora es un ámbito legal. Tenemos que sumar muchísimo, desde todos los sectores, juntos la academia, el Estado y la empresa privada”, comentó Vargas.