Máximo Villón: “Mi hija me decía: `si se lleva la cama para el TEC, no vuelve a la casa´. El TEC era mi vida”

29 de Marzo 2016 Por: Irina Grajales Navarrete
Si algo caracteriza al peruano Máximo Villón es su deseo por compartir su conocimiento con la mayor cantidad de personas posibles. Foto (OCM).  
     Tras cumplir 38 años, Villón se despidió del TEC y le dejó a la Institución, su carisma y las bases de la carrera de Ingeniería Agrícola.

 En su oficina tenía una refrigeradora, un microondas, un coffee maker y una “sandwichera”. Incluso su hija le decía, a manera de broma, que si se llevaba la cama para el TEC, no volvía a la casa.

Sin embargo, si algo caracteriza al peruano Máximo Villón es su deseo por compartir su conocimiento con la mayor cantidad de personas posibles.  Este ingeniero recién se jubiló de la Institución y hoy hacemos un recorrido por su historia.

En total, llegó a escribir 38 libros. Uno por cada año que trabajó en el Tecnológico de Costa Rica, y según cuenta, aún continuará escribiendo; de hecho espera que en junio salga la publicación 39.

Hoy, a sus 71 años, don Máximo recuerda como si fuera ayer su niñez: “En total somos 8 hermanos”, relata. Provenía de una familia humilde, así que su único camino era trabajar y estudiar.

Así, fue como se graduó con honores, primero en la escuela y luego del colegio. Sus altas calificaciones le permitieron optar por una beca en una de las universidades más prestigiosas de Perú, donde obtuvo el título de Ingeniería Agrícola. Años más tarde se convirtió en profesor de dicho centro universitario.

Sin embargo, nunca imaginaría cuál terminaría siendo el destino que Dios tenía para él.

Durante sus estudios de maestría, conoció al profesor de ingeniería agrícola costarricense, José Luis Murillo, quien llegó a La Universidad de La Molina en julio de 1997, en Perú, para llevar cursos de actualización. Ahí le comentó a Villón que el Tecnológico de Costa Rica había abierto la carrera de Ingeniería Agrícola, y le ofrece un puesto como profesor; sin embargo, no lo vio como algo definitivo.

No obstante,  a finales de 1977, Murillo, le vuelve a consultar, y sin pensarlo dice, “la verdad es que yo te dije que sí, y me voy a ir”. En menos de una semana estaba en Cartago a 2.300 kilómetros de su país natal, iniciando una nueva vida y convirtiéndose en el primer Ingeniero Agrícola que tenía la sede universitaria.

Villón es nombrado por un año. Eso sí, tenía una idea muy clara: no se iba a casar con ninguna tica, porque no se quería quedar en Costa Rica.

Llegaba al TEC a las 6:40 de la mañana y regresaba a su casa a las 5:30 de tarde. Villón fue el encargo de diseñar los programas de la Escuela en Ingeniería Agrícola en lo referente a Ingeniería de Recursos de Agua y Tierra; pues hasta ese momento, solo se impartían cuatro cursos. Poco a poco fue agregando otros al programa tales como, Hidráulica, Hidrología, Topografía, Estadística y Programación aplicada.

A los 45 años, la vida la cambiaría por completo, al contraer matrimonio con una costarricense, Ana Lucrecia Guillén, y tener hoy dos hermosos hijos: Máximo Adrián y Bertha Luz. De esta forma, no volvería al Perú para radicar en ese país.

“Tuve dos hijos. Hoy mi hijo mayor tiene 25 años y mi hija 21”. Muy pronto, Costa Rica llegó a ser su nueva nación y el TEC su “primer hogar”.

Villón es master en Computación, pero también obtuvo otro postgrado en Recursos en Agua y Tierra; llegó a alcanzar el post catedrático paso 3, la cual es la máxima categoría académica que puede lograr un académico en el TEC; de igual manera, impartió numerosos cursos dentro y fuera del país.

Compartir conocimiento

Los estudiantes constituyen una fuente de inspiración para Máximo Villón, quien destaca el hecho de que en la Escuela de Ingeniería Agrícola, hay una gran identificación entre los profesores y los estudiantes.

Villón solía hacer sus propias evaluaciones de cursos con el propósito de mejorar el contenido de los mismos; aparte de las que realizaba formalmente el Departamento de Recursos Humanos.

Ama tanto enseñar, que recuerda como una vez fue nombrado Director de la Carrera, pero no le “satisfizo”, porque era un puesto administrativo y no tenía tiempo para enseñar e investigar.

Sin embargo, no siempre todo fue felicidad. El momento más duro de su vida fue hace ocho años, cuando falleció su madre Bertha Béjar y tuvo que viajar urgentemente a su país.

Entre los logros más importantes de Máximo Villón se encuentran: haber creado paquetes tecnológicos de libros y software en el área de Hidrología, Hidráulica y Drenaje; los cuales fueron innovadores porque se carecía de estas herramientas, y se crearon con la marca Maxsoft.

Villón se despidió del TEC el 31 de enero de este año. Tras cumplir 38 años de laborar, y le dejó a la Institución su carisma y las bases de la carrera de Ingeniería Agrícola.

Al pedirle una frase sobre como describiría al TEC, señaló: “El TEC fue mi vida. Ésta Institución me dejó una marca que me ha permitido seguir adelante con mis sueños de investigar y capacitar”.