Lo que décadas atrás era impensable, se ha convertido en una pieza clave para la economía, la educación, el desarrollo y la vida de gran parte de los habitantes.
Internet lo cambió todo: los aparatos de uso cotidiano están más conectados entre sí, las compañías tienen sus datos más sensibles en línea, la privacidad se volvió un término cada vez más relativo y los riesgos ligados a las nuevas tecnologías se multiplicaron.
Revolución es una palabra que se le queda corta a una tecnología que impacta, en la actualidad, a todas las esferas del quehacer humano, sin haber alcanzado todavía su máximo esplendor.
Tarde o temprano iba a pasar; es la nueva etapa de la revolución agrícola, que vino a desafiar los mecanismos tradicionales de hacer agricultura para buscar la mejora productiva, pero desde un laboratorio.
En medio de un panorama teñido de matices y controversias, los organismos genéticamente modificados han estado sumergidos entre la ciencia, el debate y la oposición.
El avance de la ciencia y la tecnología trajo consigo la producción de alimentos transgénicos. Beneficiosa para algunos, en tela de juicio para otros, es un hecho que cada día tiene más presencia en el mundo.
La era de la biotecnología trajo consigo innumerables avances científicos y tecnológicos para mejorar la calidad de vida de las personas. Sea en aplicaciones médicas, en el mejoramiento de cultivos y otras especies, o en la dieta de los seres humanos, la mejora genética está inmersa en nuestras vidas.
Plantas resistentes a plagas, mosquitos que combaten el dengue y producción de insulina para personas con diabetes; esas son algunas de las aplicaciones que tienen en la actualidad los organismos genéticamente modificados (OGM). Una tecnología que desde su aparición desató fuertes debates políticos, económicos y científicos.
Desde la más sencilla acción hasta la más compleja actividad, la matemática es inherente al quehacer humano. Y si a esto le sumamos las necesidades del mundo moderno… demandamos cada vez más profesionales especializados en estos ámbitos.
Es un hecho: para fortalecer la formación científica en el país se necesita enamorar desde las aulas, estimular el conocimiento, desafiar, crear una verdadera sinfonía de infinitas posibilidades… a partir de la matemática. Y eso es lo que se está gestando ahí, en el campus del TEC.