
El trabajo es históricamente considerado como un medio para obtener un salario para el sustento individual y familiar.
Este significado eminentemente económico debe cambiar en una universidad y convertirse en un medio para un fin humano y social. Cada persona que trabaja en un lugar académico, como una universidad, colegio, escuela o kínder debe velar por un compromiso fundamental y es dar un ejemplo.
Un ejemplo que indiferentemente al puesto de autoridad asumido como rectoría, jefatura, coordinación, docente, investigador(a), extensionista y administrativo debe trascender a un fin financiero y por el contrario, un aporte hacia la transparencia y la honestidad.
Esto ha sido un principio que poco a poco se ha ido perdido y la labor es por el fin económico.
Este panorama nos ha llevado a egoísmos, maltratos, abusos de poder, discriminaciones que debemos evidenciar y procurar eliminar.
Un trabajo tiene dos frentes, uno el financiero valorado en términos muy diferentes según el sector (entidad pública o empresa privada) y por otro lado, bajo qué condiciones se realiza en términos de crecimiento, salud ocupacional y respeto.
En cuanto a lo financiero debemos reconocer y pensar que estamos en una universidad pública, donde los fondos, provienen del aporte de todo el país. En ese sentido, nuestra laborar responde a una función pública, de cuidado, respeto y rendición de cuentas por tanto, cada uno de los rubros que se evalúan para valor nuestro salario, debe responde al trabajo con calidad, responsabilidad y compromiso con el país.
En cuanto a las condiciones, el Instituto Tecnológico de Costa Rica debe garantizar un ambiente de respeto, seguridad humana y ocupacional, estabilidad y valoración a cada persona que labora. Todos estos aspectos deben ser la base para un ambiente laboral armonioso y de crecimiento del personal.
La situación en estos momentos, es lo contrario, enfrentamos un conflicto y espacios no agradables para trabajar y compartir. Un ejemplo, de que esto está desapareciendo, es ver extremadamente increíble, que funcionarios y funcionarias sean solidarios con el Restaurante Institucional, por la pérdida de Paulo.
Esta situación no se está logrando por dos razones, una es el rol de una jefatura dentro de una universidad y por otro lado, el rol de una persona trabajadora de un espacio académico y sustentado por fondos públicos.
A continuación, vamos a trabajar la figura de la jefatura. Actualmente, en las instituciones se ha creado una serie de leyes protectoras al trabajador y la trabajadora que están intimidando a las jefaturas a actuar según su rol de supervisión y garante de una función de calidad. No obstante, se está visualizando una posición de jefatura pasiva, temerosa y complaciente de abusos laborales. O por el contrario, una jefatura que aprovecha su estatus para propiciar abusos y relaciones desiguales.
Por el lado de la persona trabajadora o subalterna, se están generando dos agrupaciones. Aquellas, donde se agrupan varios funcionarios y funcionarias que genera un ambiente de obstrucción, confort o de bajo rendimiento. Mientras otras personas o grupos están en posiciones de mayor vulnerabilidad recibiendo de su jefatura o de grupos de poder dentro de la instancia amenazas solapadas que provocan inseguridad, frustración, depresión y enfermedad.
Estas situaciones entre la jefatura y subalternos, o entre subalternos generan ambientes nocivos para el buen desempeño de las labores y por ende, desánimos y depresión en las personas.
Cuando una persona trabajadora, no siente confianza de su jefatura o está recibiendo descalificaciones, empieza la depresión y bajo rendimiento. Para la jefatura es una oportunidad porque puede empezar a generar evidenciar para el despido y para la clase trabajadora vivir una vida laboral tensa y con altibajos en los rendimientos.
Toda esta realidad se está presentando tanto en el sector administrativo como académico.
Jefaturas nocivas
La labor de jefatura es muy compleja. El conocimiento trasciende lo técnico de una profesión en particular. Es decir, una persona puede destacarse como la persona más experta en ingeniería, en contabilidad, en seguridad, en docente en ciencias sociales, o en otras, pero si no tiene habilidades blandas, es decir, conocimiento en técnicas de manejo del personal muy posiblemente enfrentará conflictos con sus personas colaboradoras.
Por tanto, la valoración de una jefatura no es por la persona sino por la función que realiza en cuanto al trato, incentivo, planificación, organización y respecto hacia sus colaboradores. Y aún cuando no quisiéramos reconocer, una jefatura femenina todavía no es bien vista en algunas áreas de trabajo.
Colaboradores(as)
La posición de trabajador o trabajadora es compleja también, porque significa respetar los lineamientos de una jefatura, sea ésta proactiva o pasiva. Si la jefatura no crea espacios de innovación, crecimiento y aporte, se genera la pasividad y dependencia de una posición.
También puede darse la situación de jefaturas que colaborativas con equipos pasivo y manteniendo un confort en sus actividades o, por el contrario, nocivas que busquen obstaculizar.
¿A qué efectos nos estamos enfrentando?
Este tipo de conflictos entre jefatura y colaboradores(a) o entre sub-alternos han provocado distanciamientos, acoso sexual y acoso laboral.
Por este motivo, es de esperar que las distancias entre jefatura y colaboradores se mantenga.
¿Qué acciones promover?
Una acción es generar mecanismos que le permitan a una jefatura o a las personas subalterna poder defender sus derechos.
En este sentido, el miércoles 16 de mayo del 2018, se presentó por parte de María Estrada y Ana Rosa Ruiz el reglamento contra el acoso laboral.
Este reglamento pretende ser un instrumento que promueva la resolución del conflicto o, por el contrario, llevarlo formalmente a un proceso de investigación.
La propuesta es crear un equipo especializado en esta temática que ayude al TEC a resolver de buena forma este tipo de conflictos y minimizar la pérdida de calidad de las personas y su aporte en el desarrollo académico, estudiantil y administrativo.
Este reglamento es solo un mecanismo que se debe unir a otros, para promover espacios para integrar el trabajo de las instancias y planes de capacitación que promuevan el fortalecimiento técnico y profesional administrativo, estudiantil y académico.
El Tecnológico, así como ya muchas instancias ya lo han hecho, debe crear un ambiente laboral sano, de colaboración, de seguridad y respeto. Por este motivo, este reglamento debe considerarse el primer paso hacia un espacio laboral de calidad dentro de una universidad pública en Costa Rica.